El prolongar de los días y el cambio de luz que remarca la llegada de la primavera siempre suelen despertar en mi recuerdos lejanos, que como buenos compañeros de viajes nunca te dejan abandonado y te harán compañía por todo el recorrido de tu vida. Los días más largos me acuerdan el acercarse del fin de los tediosos días escolares, las escapadas al mar con una vieja Vespa 50 que tan buena compañera ha sido de aquellos años y el deseo y la certitud que el comienzo de la nueva temporada tantas cosas llevase consigo, fiestas, amores, libertad, vueltas, vacaciones hasta llegar a los días tan largo del verano y a todo el tiempo que solíamos pasar en la calle hasta las más profundas horas de la noche, simplemente para estar en compañía y pasarse el rato.
Me acuerdo dar vueltas por mi ciudad, Nápoles tan conflictiva y tan encantadora, dejarme los barrios populares para dar un paseo por el Vomero y el parque de la Floridiana, parar en una cualquiera de las avenidas llena de gente, y tomar un café en una terraza mirando los transeúntes que sin muchas prisa seguían el hilo de sus pensamientos o que en grupos disfrutaban del sol y del clima que tanto amable hace pasear y perder horas por la calle aún sin motivación.
Me acuerdo de los días pasados en el Zoo o en el parque de Edenlandia, refugio seguro para quién solía escaparse de las clases y las horas pasadas a jugar a los bolos en el Bowling de allí alado, esperando que se hiciese la hora para poder volver a casa y disimular que las clases habían sido aburridas como siempre.
Me acuerdo el olor del Mar, que daba por hecho y que ahora echo de meno simplemente por que no lo tengo más alado y lo que antes pasaba desatendido y imperceptible ahora se ha convertido en un deseo complicado a satisfacer en tu cotidianidad tan lejana del el.
Me acuerdo del olor de la comida, de las Pizzas Fritas con Parmesano, tomate y albahaca que hace ahora como entonces mi madre, de los dulces de Semana Santa, de las largas comidas en los días de fiesta donde para sentarnos todos se montaban mesas de emergencia y no cabíamos todos en el comedor.
En esta temporada empiezan los primeros festivales, los conciertos y las fiestas en la playa de Capo Miseno, y allí por supuesto no podías faltar, todo suele repetirse tan igual y tan diferentes cada año cada noche pasada allí se queda marcada en mi memoria y me dibuja una sonrisa melancólica.
Todo lo de arriba y mucho más es lo que llevo conmigo y que he traído a mi nuevo hogar, a mi nueva ciudad a mi nuevos amigos a mi nueva vida.
Todo ha sido y sigue como un hilo continuo y he aprendido que la «Ausencia se convierte en Presencia» y todo lo que soy , he sido y con suerte seré es hijo de estos y muchos más recuerdos lejanos.